
El Rosario
(Puedes comenzar con 1 misterio al día y poco a poco le vas ofreciendo más)
Oración inicial
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creador y Redentor mío, por ser tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. Quiero y propongo firmemente confesarme a su tiempo. Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados. Y confío en tu bondad y misericordia infinita que me los perdonarás y me darás la gracia para no volverte a ofender. Amén.
Misterios de gozo (lunes y sábado)
- La encarnación del Hijo de Dios.
- La visitación de nuestra Señora a santa Isabel.
- El nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
- La presentación del Señor en el templo.
- El Niño perdido y hallado en el templo.
Misterios de dolor (martes y viernes)
- La oración de Jesús en el huerto.
- La flagelación de nuestro Señor Jesucristo.
- La coronación de espinas.
- Jesús carga con la cruz.
- Jesús es crucificado.
Misterios de gloria (miércoles y domingo)
- La gloriosa resurrección del Señor.
- La admirable ascensión del Señor a los cielos.
- La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
- La asunción de la Santísima Virgen a los cielos.
- La coronación de nuestra Señora, Madre de la Iglesia.
Misterios de la luz (jueves)
- El Bautismo de Jesús en el Jordán.
- La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
- El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
- La Transfiguración del Señor.
- La institución de la Eucaristía.
En cada misterio se reza un padrenuestro, diez avemarías y un gloria.
Terminado el quinto misterio se añade la salve:
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia. vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos:
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
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